lunes, 13 de mayo de 2013

LA CRISIS VAPULEA A LOS SEPARADOS

"Volver con tus padres es durísimo"

Tras separarse, Teófilo ha regresado al hogar materno, mientras otros comparten techo con sus ex
 
Arantza Rodríguez - Domingo, 12 de Mayo de 2013 - Actualizado a las 05:33h 

 Al igual que Teófilo Miquélez, más de la mitad de los hombres que se separaron o divorciaron el año pasado en Euskadi tuvieron que volver a casa de sus padres. (Zigor Alkorta)

 

Bilbao
mi madre, jubilada, es la que me da empujones, porque si no, es imposible". Teófilo Miquélez lleva 21 años trabajando, pero su sueldo, tras separarse, no da más de sí. Tras vivir cinco años de alquiler, el octubre pasado tuvo que plegar sus deseos de autonomía y embutirlos en la maleta para regresar al hogar materno. Y no de visita. Esta vez, para quedarse. "Volver a casa de los padres es durísimo, es indignante, pero es que no queda otra".

Rota la relación con su pareja, los gastos de Teófilo se multiplicaron. "Pagaba 650 euros de alquiler, más luz, agua, gas, teléfono... Aparte, la mitad de la hipoteca del piso donde viven los niños y su madre, que eran otros 300 euros, y luego, otros 600 de manutención. También les compraba la ropa". En resumen, un bocado de más de 1.500 euros a su nómina. Y un cuscurro de entre 150 y 200 para sobrevivir. "He estado cinco años así, pero ya no me daba para todo, porque los niños van teniendo otras necesidades y tú mismo tienes que hacer cosas. No puedes estar enclaustrado. Hay que vivir y así no se puede".

Perdida la partida, Teófilo salió del pozo y retrocedió por el tablero hasta la casilla de salida, la vivienda de su madre, en Sestao. "Tengo la ayuda de la familia, que es la que nos está manteniendo y, aun así, me resulta imposible. Ya no puedo llevar el nivel de vida de pagarles el carné de la piscina o alguna extraescolar que hacen". Por más que trata de avanzar, sigue en punto muerto. "Intento tener una relación autónoma con mis hijos y ser autónomo yo mismo, pero no puedo". 

Pese a todo, Teófilo se considera un hombre afortunado porque, al menos, conserva su empleo. "Los que no tienen trabajo están sufriendo realmente, con miedo de que les lleven a la cárcel por no pagar la pensión. Además, está el prestigio ante sus hijos. La madre tiene un piso donde estar con ellos, pero el padre no tiene un lugar digno. Es más, hay padres que han renunciado a las visitas por no tener adónde llevar a sus hijos". Como presidente de la Asociación de Bizkaia de padres y madres separados, Teófilo conoce un caso en Bilbao. "El señor vivía en una habitación alquilada con unas personas de Perú. No se llevaba bien con ellas, no quería llevar a los niños a ese ambiente y renunció a las visitas".

Separado que Convive con su ex

"Nos hemos dividido la casa y a veces coincidimos en la cocina"
Según los datos que maneja Teófilo, el 2,3% de los hombres que se separaron o divorciaron en Euskadi el año pasado se cobijó en lonjas, garajes o campings, y otro 2,5%, en albergues y pisos de acogida. Más de la mitad regresó a casa de sus padres y el 13% alquiló un piso. "Eso es un privilegio, es gente que trabaja", apunta Teófilo, que conoce mejor que nadie cómo ha vapuleado la pésima coyuntura económica a su colectivo. "Si antes estábamos afectados, la crisis y el encarecimiento de la vida están haciendo verdaderos estropicios en la gente, están minando las morales y las economías", atestigua.
Las dificultades de quienes finiquitan su relación para acceder a una vivienda vienen de lejos. La crisis no ha venido sino a agravarlas. "Ahora se está haciendo más acuciante y visible el problema, pero esto de que no tenía la gente adónde ir ya venía de antes", asegura Teófilo. La diferencia, apunta, es que hace años "la gente encontraba trabajo y se podía defender más o menos, pero ahora si se van, se van a la calle. El que no tiene padres o hermanos aquí, tiene que ir a la furgoneta o si puede, llegar a un arreglo con la mujer para compartir el hogar conyugal, pero esto es difícil porque la mayoría de las separaciones son conflictivas".
La excepción la enarbolan el 1% de separados vascos que comparten techo con sus ex. "Es una cosa transitoria, de una temporadita, a ver si salgo o a ver si busco otro sitio. La persona que tiene la custodia o que se queda en casa la comparte con su expareja si no se llevan muy mal y es generosa, pero son casos excepcionales", reitera Teófilo. Uno de ellos es el de un vizcaino que se separó hace unos cuantos meses y aún convive con su exmujer. "Hemos decidido vivir juntos temporalmente. En casa, pero cada uno por su lado, y cuando llegue el momento, vender el piso y se acabó", resume él, sin querer entrar en detalles. Con el acuerdo, alcanzado de forma amistosa, ambos se dan un margen de tiempo. "Hay una serie de cosillas pendientes y para no andar cada uno por su lado, a nivel monetario, como muy mal, hemos preferido aguantar".
Dado que "la separación no fue de mal rollo" y la prórroga de la convivencia tiene fecha de caducidad, se lo toman con filosofía. "Sé que es una situación un poco rara, pero es bastante llevadera sabiendo que va a ser temporal. Hemos sopesado qué era menos complicado, si estar en casa un tiempo o en otro lado. Además, a todo te habitúas".
Él y su exmujer entran por la misma puerta, pero dentro apenas se ven. "Nos hemos medio dividido la casa casi sin hablarlo. No vemos la tele juntos y, aunque a veces coincidimos un poco en la cocina, hacemos una vida separada". Prácticamente, dice, es como si vivieran de alquiler en un piso compartido.
Una vez expire el plazo convenido, la vivienda se pondrá a la venta y ambos tratarán de empezar de cero. "Si no se puede vender por más, se venderá por menos o se malvenderá, pero de casa hay que salir porque, evidentemente, así no se puede estar toda la vida".

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